martes, 13 de agosto de 2013

Diario 1

Diario 1





06/4/2018
Día 32 El Comienzo de Todo:

Después de casi un mes esto empieza a parecer otra cosa. El huerto de la terraza ya da frutos y el saqueo de la planta ya se ha terminado por fin. Los resultados han sido los esperados: medicinas, comida, y algunos recursos más que pueden servirnos durante algún tiempo, pero creo que dentro de poco tendremos que organizarnos para bajar a las demás plantas.
Juan y Javier siguen igual que ayer, no se hablan y no creo que ninguno de los dos vaya a dar su brazo a torcer. Sofía continúa encerrada, todavía no se ha recuperado de la muerte de David.
El resto del grupo estamos bien, la idea que tuvo Juan la semana pasada de dividirnos en dos casas ha venido genial al ambiente general. La número 40 y la 41 están ahora ocupadas por nuestro grupo. Así todos tenemos camas, pues en cada casa hay espacio para que duerman cómodamente unas cinco personas. Los grupos han cambiado un poco, ahora en el 40 estamos; Javier, Sofía, Héctor, Lucía y yo, en el 41 se han quedado Juan, Pablo y Ramón. El profesor todavía no ha vuelto, esperamos que esté bien.
Respecto a lo de atrincherar la escalera del bloque todavía no sabemos muy bien qué hacer, a ver si mañana llegamos a algún acuerdo.



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07/4/2018
Día 33

07:15 Hoy me toca a mí el turno de guardia en la azotea, me he levantado a las siete para hacer el relevo. Cuando vuelva, si nada ha pasado, seguiré escribiendo.
12:30 La guardia ha sido como siempre, sentado en la azotea, muerto de frío y mirando por los prismáticos por si algo extraño pasaba. “Extraño”, tiene gracia que use esa palabra con todo lo que está pasando.
En el desayuno todos nos hemos reunido en la 41, hoy les tocaba a ellos prepararlo, hemos tomado galletas con los últimos zumos que quedaban. No es que haya mucho que preparar, pero si nos organizamos así es más fácil para todos hacer como si fuera un día normal: te levantas, te vistes, te lavas un poco la cara y se pone en la mesa la comida (aunque esta consista en galletas y briks de zumo).
Ahora vamos a distribuir algunas tareas. Héctor se ocupa la mayor parte del tiempo de los cultivos, le encanta la agricultura y siempre ha estado interesado en este tema. Ha conseguido que, en el poco espacio que tenemos y con los recursos limitados de que disponemos, crezcan tomates y pimientos.
A mí seguramente me tocará limpiar nuestro piso y hacer el turno de guardia en las escaleras por la tarde. Desde que pasó lo de David me da bastante miedo aguardar allí sentado, escuchando los sonidos provenientes de las demás plantas. Según Javier y el profesor la segunda planta está bastante llena. Por suerte nosotros estamos en la octava.
21:00 El día ha sido duro, la limpieza me ha dejado exhausto y el turno de vigilancia me ha dado un susto de muerte. El profesor ha vuelto. Me voy a dormir.

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08/4/2018

Día 34



15:45 Ayer el profesor llegó a casa. Ha traído semillas de rábano, calabacín y remolacha. Héctor está encantado ya que dice que son de las verduras más fáciles de cultivar. También ha traído algunas latas ya que, menos las anchoas, pueden llegar a durar 50 años, mientras no se tengan en sitios húmedos y que no presente golpes ni óxido. Al abrirla no puede estar abombada, si cumple todo esto podemos subirla a casa y almacenarla.
Nos ha dicho que en la calle la situación está cambiando, ya no está todo abarrotado, parece que se hayan desplazado hacia algún lugar de la ciudad pero no sabemos que puede haberlo causado.
Sofía ha salido hoy de su habitación y ha pedido que se le encomiende alguna tarea, parece que se está recuperando del bajón y eso nos ha levantado la moral a todos un poco. Sin embargo Juan y Javier siguen peleados. Lucía ha intentado hablar con ellos pero no ha habido manera.
Ahora vamos a comer bocadillos de atún. No me gustan, pero es lo que hay.
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09/4/2018
Día 35

19:00 Ayer por la tarde no pude escribir porque tuvimos algunos problemas. Uno de los podridos consiguió subir las escaleras y tuvimos que acabar con él sin hacer ruido. En cuanto lo vimos todos supimos quién era, se trataba del vecino de abajo, siempre estaba sonriente y saludaba al pasar, a lo mejor subía para darnos las buenas noches. Bromas a parte, fue bastante duro. Teníamos que amordazarle para que no hiciera ruido y alertara a los demás y golpearle en la cabeza para terminar con él. Así escrito parece sencillo pero Héctor estuvo a punto de volarle la cabeza también a Javier que estaba sujetando un trapo en la boca del podrido. Además Ramón y yo teníamos que agarrarle los brazos para que no los usara contra nosotros. Después de eliminarlo teníamos que subirlo a la azotea y lanzarlo desde arriba al montón de la basura que está justo al lado de la puerta de nuestro bloque, así amortiguábamos el sonido del golpe. Limpiar los restos que dejó el podrido en el pasillo tampoco fue una experiencia agradable y aunque ya lo habíamos tenido que hacer varias veces con otros uno nunca se acostumbra. Además, quitarnos las manchas de las ropas y la cara nos hizo perder aún más agua.
Ramón ha propuesto un plan que ha tenido una buena acogida. Además de los turnos de limpieza, agricultura, arreglos y primeros auxilios, vamos a añadir una hora para hacer algo de ejercicio. El problema de esto está en que tenemos que despejar la planta de abajo, pues los ruidos alertarían a los podridos
Vamos a comenzar mañana, poco a poco, tal y como limpiamos el resto de pisos de esta planta hace ya 25 días.

Juan y Javier siguen sin hablarse, el profesor los ha reunido a los dos en una habitación de la 41 y llevan ya media hora dentro hablando. Esperemos que pueda solucionar lo que sea que les sucede. Si somos nueve en el grupo y dos de los hombres más fuertes están peleados la supervivencia se nos va a hacer muchísimo más dura.
Sofía parece tener mejor cara que ayer.



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10/4/2018 
Día 36


08:30 Estamos todos listos. Nos hemos puesto los cascos de moto que hemos conseguido en las otras casas, calzado apropiado para correr y Javier y yo (que somos los que vamos en cabeza hoy) unos monos azules que también recogimos en otra casa. Con esto evitamos que nos puedan tirar del pelo y agarrar de bolsillos, cuellos de camisas o cinturones. Como armas yo llevo un martillo y Javier un bate de béisbol. 


Tiene cojones que como Javier y Juan están peleados ninguno quiera trabajar con el otro, por eso me cogen a mí y me ponen en primera línea. Estoy taquicárdico. Ya bajamos.


10:00 Hemos vuelto, nos hemos lavado y, los que han podido, han desayunado. La operación ha salido bien.


Javier y yo íbamos al frente, él preparado para golpearles con el bate y yo listo para que cuando se estuvieran tambaleando clavarles el martillo en la coronilla. Justo detrás Héctor y Juan llevaban bolsas para congelados por si, llegado el momento, había que contener a algún podrido que saltara desde una esquina. Uno de los dos colocaba la bolsa, otro agarraba por el cuello y se supone que a mí me debería de dar tiempo a clavarle el martillo, por suerte no hemos tenido que comprobar aún la eficacia de esta estrategia, espero que nunca tengamos que hacerlo.
Bastante más atrás, a una distancia prudencial, Pablo y Ramón observaban. Su misión consistía en ayudar a subir las escaleras en caso de necesidad y de avisar a Sofía y Lucía para que prepararan los tablones para la puerta, en el caso de que los podridos subieran corriendo detrás de nosotros.
Hemos eliminado a una de esas cosas.
Casi una hora para eliminar a un podrido. A este ritmo calculo que tardaremos unos veinte días en total para limpiar el piso de abajo.
Hemos bajado en fila, como ya he descrito arriba, y no hemos podido llegar a ver ni siquiera el final del pasillo pues el primer podrido estaba a pocos pasos al pie de la primera escalera.  Cuando lo hemos visto en seguida nos hemos percatado de un problema, si le golpeábamos allí sus ruidos alertarían a los demás. Hemos tenido que volver a subir sin hacer ruido y replantear la estrategia. Estuvimos a punto de dejarlo para mañana, sobre todo cuando Javier le ha recriminado a Juan que no tenía cojones. Juan le ha jurado que como lo repitiera le empujaba por las escaleras a la planta de abajo. Javier lo ha repetido y se han quedado los dos mirándose fijamente, todos nos hemos temido lo peor. La cara de Juan estaba roja, mientras que Javier solo sonreía.
Finalmente el profesor retomó la palabra y planteó una nueva estrategia: teníamos que hacer que el podrido más cercano a la escalera subiera algunos peldaños para poder alejarlo de los demás y evitar así alertarlos. Se le ocurrió una idea realmente brillante.
En el lado opuesto de las escaleras se encontraba el ascensor. Este se había caído al principio, debido al peso que habían intentado bajar algunos de los vecinos al marcharse y lleva desde entonces en la primera planta encajonado. El profesor nos propuso lo siguiente ¿Qué pasaría si hacemos ruido en el hueco del ascensor? Los podridos de la planta de abajo acudirían a ese extremo y mientras tanto podríamos atrapar al que estaba cerca de las escaleras, amordazarlo y acabar con él. 
Sofía se ofreció a hacer el ruido, por lo demás la distribución del grupo siguió como antes. Javier y yo a la cabeza, seguidos por Juan y Héctor y en la retaguardia Pablo y Ramón.


Dibujo del profesor para explicarnos el plan. A la izquierda se ven las escaleras, a la derecha el hueco del ascensor y Sofía haciendo ruido en él. Los podridos (en negro) deberían ir hacia el hueco, permitiéndonos así atrapar al podrido objetivo (rodeado en rojo)

El plan salió perfecto. Sofía dio algunos golpes en el hueco del ascensor y al instante los podridos empezaron a arrastrar lentamente los pies por el pasillo hacia la fuente del sonido. Javier y yo bajamos rápidamente seguidos por Héctor que esta vez fue él quien amordazó al podrido. Juan y Javier le cogieron por las extremidades y yo tuve que clavarle en la cabeza el martillo, perforándole el cráneo y llegando al cerebro. No tuvimos tiempo de nada más pues subimos rápidamente a nuestra planta por miedo a que el resto de podridos se percataran de nuestra presencia y vinieran a por nosotros.
Al acabar todos nos felicitamos y abrazamos, todos excepto Juan y Javier. Parece que el profesor no ha conseguido solucionar el problema entre estos dos.
Estamos todos agotados. Hoy no vamos a hacer mucho más.

17:00 Durante el turno de guardia en la escalera, Lucía ha dicho que no podía estar más tiempo allí sentada tan cerca de esas cosas. Estamos pensando alguna manera de poner una defensa, pero el problema está en que no podemos hacer ruido al arrastrar muebles ni nada por el estilo, esta tarde toca ponerse creativos.


19:00 Juan y Pablo han llevado en volandas por el pasillo un sofá para ponerlo en la escalera. Es totalmente provisional y dudo que llegue a detener a una de esas cosas si quiere subir, pero dicen que poco a poco van a intentar apilar más. 


Héctor ha encontrado un nuevo problema para el pequeño huerto, los pájaros. Mañana recogeremos CDs y los colgaremos de hilos, esperemos que funcione.


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11/4/2018

Día 37


Juan y Javier la han cagado, pero bien cagada. Hoy por la mañana ya hemos notado a Juan crispado, debe haber pasado una mala noche y eso lo ha debido de notar hasta Javier. Sin embargo parece que haya aprovechado el momento para meterle una puya a Juan. Cuando hemos terminado de desayunar, unos teníamos que irnos a hacer la guardia, otros a limpiar, Héctor a espantar a los pájaros del pequeño huerto y otros tenían que quedarse a recoger.
Juan estaba en este último grupo, pero se levantó y sin que nadie se diera cuenta se fue de la cocina. Los únicos que si se fijaron fueron Javier y Sofía. Sofía le dijo a Javier que no pasaba nada, que habría tenido una mala noche y que como tampoco había mucho que recoger que lo podía hacer ella, pero Javier sin ni siquiera escuchar lo que esta le decía salió al pasillo y dijo gritando:
-¡Juan! ¡¿Dónde coño vas?! !Te toca limpiar!.
Todos supimos al instante que lo había dicho demasiado fuerte y que seguramente los podridos de la planta de abajo se habrían enterado. Sin embargo a Javier no pareció importarle. Juan se volvió como una fiera y le preguntó que si se le había ido la olla, que nos iba a matar a todos. Javier le pegó un empujón y le dijo, literalmente: “¿Tu me vas a decir eso a mí?” Ninguno entendimos, en aquel momento, a que se refería, pero Juan sí.
-¡Fuiste tú maldito loco hijo de puta!- le gritó tirándose encima suya y apresándolo contra la pared- ¡Yo no he tenido nada que ver! ¡Tú me dejaste allí metido! ¡¿Qué podía hacer?!
En la planta de abajo empezó a escucharse el extraño gemir característico de los podridos. Javier le dio un puñetazo en la cara a Juan.
-¿Por qué sigues mintiendo? ¡Reconócelo ante todos!- dijo sonriendo y abriendo los brazos.
El profesor agarró a Juan antes de que este se golpeara contra el suelo e intentó sujetarle. Juan daba tirones para soltarse, con los ojos inyectados en ira, quería matar a Javier. Chillaba:
-¡Fuiste tú!!Fuiste tú, loco cabrón!
-Por favor dejadlo ya- dijo Héctor ayudando a sujetar a Juan.
-¿Dejarlo? Esto acaba de empezar- Javier parecía siniestramente divertido con la situación- ¿Se lo dices tú a esta gente? ¿O lo hago yo?
Un grito inhumano desde la escalera nos hizo entender que era tarde para volver cada uno a su piso. Corrí hacia la puerta y eché el pestillo. A un lado había un martillo, clavos y tablones de madera, pero el ruido delataría nuestra posición exacta, no sabía qué hacer.
-¡Callaros los dos joder!- dijo el profesor lo más fuerte que pudo en un susurro - ¡Vais a hacer que nos maten!
-El único que ha matado a alguien aquí…- susurró Javier- es..
-¡Tú!- gritó Juan- ¡Tú me dejaste allí encerrado y tuve que…!- Héctor le tapó la boca para que dejara de gritar.
-¿De qué coño habláis?- preguntó Ramón de los nervios.
-Juan…- dijo lentamente Javier, como si saboreara las palabras-…ha matado a David.
En aquel momento todos permanecimos en silencio. Juan consiguió zafarse de Héctor y del profesor, y se tiró encima de Javier.
-¡Es mentira! ¡Tú me dejaste encerrado! ¡Si no dejaba allí a David no iba a poder escapar y tu lo sabías!
De pronto un fuerte sonido nos hizo a todos sobresaltarnos y casi morir allí mismo del susto. Sofía había disparado con el rifle de caza del profesor. El cuerpo sin vida de Juan cayó a los pies de Javier con el pelo teñido de rojo, salpicando toda la pared. Los podridos gruñeron.
Tengo que dejar de escribir, golpean la puerta.



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13/4/2018 
Día 39

Todo estaba tan bien… No era fácil, pero al menos conseguíamos pasar desapercibidos y sobrevivir.
En un momento todo se ha ido al carajo… y eso que ya de por si estábamos en el carajo…

Después del disparo todo pasó muy deprisa… siempre había leído esta frase y nunca la había entendido…
Sofía cayó al suelo llorando, con el rifle aún en sus manos. Lucía se abrazó a pablo llorando sin querer mirar. Ramón intentó acercarse a Juan para ver si podía aplicarle alguno de sus conocimientos de medicina pero era imposible, el disparo le había volado media cabeza, había muerto en el acto.
En la puerta, justo detrás de mí, los podridos empezaron a aglomerarse y a dar porrazos, llevados por la ira, la rabia y la necesidad de matar propia del virus. Cuando me giré sobresaltado, un segundo disparo llenó el aire del salón de olor a pólvora. Sofía se había pegado un tiro en la boca.
Lucía chilló. Pablo la abrazó. Ramón tenía los ojos abiertos como platos. Héctor se tapaba la boca. El profesor había intentado evitar el segundo disparo pero no le había dado tiempo a quitarle el rifle. Javier observaba la escena como si no fuera con él. Me alegro de que no esté con nosotros ese cabrón, se le ha ido la cabeza o algo.
El pestillo cedió bajo el peso de una veintena de podridos que se apiñaban en el pasillo y dejaban caer su peso sobre la puerta.
El profesor gritó que corriéramos a la terraza, yo fui el primero en hacerle caso. No pensé en nada ni nadie más, y no me arrepiento. Cuando salí perdí de vista al resto del grupo, no me preocupaban en aquel momento. Salté la verja que separaba aquella terraza de la del vecino.
En el interior de la 40 todo eran gritos y golpes. Vi salir a Javier andando, muy tranquilo, me atrevería a decir que incluso satisfecho. Me agaché para que no me viera, fue instintivo. Cuando volví a asomar la cabeza ya no estaba allí (debió ir a la terraza del otro lado) y en su lugar el profesor seguido de Lucía y Pablo buscaban con la mirada donde meterse. Les llamé y saltamos algunas terrazas más para alejarnos.
Todos los pisos de esa planta estaban vacíos, por lo que pudimos entrar en uno de ellos sin problema. Estuvimos sentados en el salón, inmóviles, sin saber que hacer o que decir. El profesor había dejado las gafas en la mesa y ocultaba la cara detrás de sus manos, inclinado hacia delante. Lucía lloraba sin parar, apenas emitiendo un leve quejido, sus ropas estaban llenas de sangre, eso me asustó mucho, después comprobamos que no era suya, estaba bien. Pablo parecía el más tranquilo, aunque en su cara podía verse el terror perfectamente dibujado.
Según nos ha contado el profesor, el rifle le pertenecía a él. Había sido un regalo de su abuelo, en el cañón se podía leer su nombre grabado “Fernando”. Nos dijo que solo se lo había enseñado a Ramón, pero que mientras lo hacía Sofía los vio y fue cuando supo de su existencia.
Sofía y David estaban enrollados, no era oficial, pero todos nos lo olíamos. Cuando Javier dijo que había sido Juan el culpable de su muerte debió de perder la cabeza y entonces cogió el rifle de Fernando, el profesor.
Durante el resto del día no hablamos mucho más, yo ni siquiera escribí en el diario.

Hoy ya nos hemos animado a hablar, aunque sobre el tema de David no sabemos qué decir todavía, estamos confusos.
Le he preguntado a Pablo como consiguieron escapar, me explicó que Ramón se quedó de piedra plantado en medio del salón, mirando a los podridos entrar en tropel en la casa, cayendo por las escaleras. Héctor intentó salvarle pero ambos sucumbieron. Ha sido gracias a ellos dos que estamos los tres vivos, los podridos se quedaron allí tirados encima de sus cuerpos. A Javier solo yo le vi salir.
Bueno, no me apetece escribir más. Además se me ha roto la libreta y hasta el día 32 se ha perdido todo. Hasta mi proyecto de hacer un diario de los acontecimientos se ha ido a la mierda… Intentaré ver si las páginas se me han caído en la terraza, pero no lo creo... 


Plano de la primera planta de la casa. La flecha indica de la terraza que hemos saltado. 


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15/4/2018
Día 41

Dos días desde la última vez que escribí, y tampoco tengo muchas ganas ahora. Estoy solo, Lucía resultó estar herida en contra de lo que creímos y nos sorprendió en plena noche. Comenzó a hacer ruidos raros mientras dormía y a tener convulsiones. Pablo se acercó para mirar que le pasaba y en un abrir y cerrar de ojos, Lucía (o lo que quedara de ella en aquel cuerpo) estaba mordiéndole el cuello.
Fernando y yo salimos corriendo sin pensar en nada. Ni nos acordamos de que en el pasillo estaban todos los podridos que habían venido a por nosotros dos días antes. Caímos prácticamente encima de ellos, por suerte para mí yo iba segundo, lo que me dio una oportunidad para escapar mientras acababan con el profesor. Lo siento, era el mejor de nuestro grupo.
Yo he subido a la azotea, pues la escalera hacia abajo está totalmente plagada. He cerrado la puerta con un candado y al ser metálica dudo que la tiren.
No sé qué hacer… simplemente estoy aquí arriba… pasando el tiempo y viendo la ciudad, ya ni la reconozco, no es la Sevilla en la que he crecido.
Aquí hay algunas macetas con tierra, pues al principio Héctor dijo que iba a poner el huerto aquí arriba, pero no hay semillas. Como ya conté decidió que era mejor en la terraza y por eso las bajó, pero no todas. Al escribir lo de que “ya lo conté” me he acordado de que no he encontrado las páginas del diario que faltan, por lo que si hay alguien leyendo esto seguramente no haya entendido ni la mitad y no sabrá a qué me estoy refiriendo. Dado que voy a tener mucho tiempo aquí arriba tal vez lo cuente, ya veré.



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16/4/2018
Día 42

09:00Aprox. Ayer tuve una idea, una magnífica idea. Si estuvieran aquí los del grupo me dirían que es una idea de bomberos, pero como no están y no tengo nada que perder voy a hacerlo.
Voy a saltar al edificio de al lado.
No sé qué distancia habrá, pero ¿qué más da? Aquí arriba voy a morir de inanición. Vamos a ver qué pasa si salto.

10:30 aproxNo puedo saltar… cuando llego al borde mis piernas se detienen en seco… Voy a ver si dibujando me despejo.



 



                    Y con este dibujo se me rompe la punta del lápiz… otro que se muere…

14:00 Aprox. Estoy muerto de hambre… me duele el estómago y la cabeza. Además me he resfriado, por las noches aquí arriba hace bastante frío.
Hace un rato he escuchado un ruido de cristales rotos en este mismo edificio ¿Será Javier? ¿Seguirá vivo? Espero que no tenga la misma idea que yo de subir aquí arriba.
Bueno de todas formas he cerrado la puerta con candado.

20:00 Aprox. Hace frío y hay un maldito podrido al otro lado de la puerta. Lo sé porque hace un rato un golpe dado desde el otro lado casi me da un infarto. Cuando me he acercado he escuchado sus ruidos… es como si se quejara… como si le doliera algo… no voy a poder dormir con eso ahí.
Se va la luz, no puedo seguir escribiendo.



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17/4/2018
Día 43
Voy a saltar al otro edificio.

Tiene cojones, en las pelis siempre aparecen enormes pandemias de zombies y ejércitos luchando contra incontables hordas. El héroe que salva a la chica a mamporros, el listillo friki que sabe usar perfectamente armas de fuego, reventando cabezas de zombies por las calles infectadas. Tanques del ejército arroyando podridos… Y yo aquí… en este puto edificio… desde que empezó hasta ahora… espero llegar al otro lado, sería muy triste caer y morir sin haberme alejado cien metros de mi propia casa…


Está claro que si me encuentras ahí en medio de la calle es que no lo he logrado…



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Javier terminó de leer el diario y lo tiró de nuevo al suelo, junto al cuerpo destrozado de aquel chaval del que, a pesar de haber estado conviviendo durante un mes, no se sabía ni su nombre.
Pero eso no le importaba, acababa de salvarse de aquel edificio y ahora solo tenía que localizar uno de los refugios de los que hablaban al principio por radio. Todo había salido tan bien… jamás habría pensado que aquella psicópata le volaría la cabeza al capullo de Juan. Se lo había tragado, pudo ver en las caras de todos que se lo habían tragado y culpaban a Juan de la muerte de David.
¿Podía pedirse algo más? Durante su escapada por el edificio se había torcido un tobillo, pero de resto estaba genial. Había encontrado además una mochila llena de comida enlatada.
¿Hacia dónde dirigirse ahora? El centro de la ciudad seguramente estaría plagado de aquellos asquerosos cuerpos andantes.
Si no recordaba mal, había una tienda de deportes por aquí cerca. Tal vez encontrara una bicicleta, sería un medio de transporte bastante bueno para cuando se le pasara el dolor del tobillo.

6 comentarios:

  1. Sin duda es la mejor historia que haya leído sobre zombies. [No hagas mucho caso de mis 'consejos' y tú haz lo que creas mejor para tu historia :)] Y en fin, voy al segundo Diario porque me tienes un poco enganchada, sobre todo después de esas muertes espontáneas y eso último de Javier. Sigue así.

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  2. Espectacular, no tengo palabras para esto. Me encanta como relatas la historia, voy al segundo diario, haber que pasa.

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  4. Respuestas
    1. Muchas gracias Gaba! ^-^ Fue una idea entretenida la de los Diarios, por desgracia acabé dejándola de lado... Tal vez algún día decida retomar la historia y contar que pasó con Javier y los demás.
      Un saludo! :)

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